Por su carácter, por su obra, por su pelo blanco, por el color rojizo de su museo, por sus palabras, por su mirada, por sus quejas, por su poesía, por la luz, por la sombra, por su ocupación en la "desocupación", por su voz, por sus manos, por sus formas, por el escultor, por el filósofo. POR EL HOMBRE.
Tengo ganas de trabajar con todo esto.
Tengo ganas de utilizar el sonido de su propia voz recitando algún poema suyo o hablando de su paso por la vida y fusionarlo con el sonido que Bingen Mendizábal, Mikel Urdangarin y Rafa Rueda han creado mezclando melodías "muy bailables" con acordes aún no inventados y ver cómo se pueden bailar.
Porque sobre todo, tenemos ganas de bailar, tenemos ganas de mirar nuestras danzas de hoy.
Esos pasos, esas piernas en alto, esos cuerpos y esos brazos estirados hacia el cielo, esos ritmos y esas coreografías o imágenes ancestrales... tengo ganas de mirar qué nos hacen sentir hoy.
Como un día leí a un buen amigo, Joxerra Garzia, en su libro "ITSASOAN EURI" hablar sobre Oteiza:
"Eso es lo que yo más valoro de Oteiza: el haber promovido la autoconfianza y la autoestima que tan a menudo echamos en falta los pueblos más pequeños.
Aunque trate de lo que fuimos y de lo que somos, no existe nostalgia ni añoranza alguna en la mirada de Oteiza. Si muestra aprecio por lo que fuimos y por lo que somos, es porque ese es el único modo para que seamos alguien en un futuro. Incluso antes de que se difundiese la palabra globalización, Oteiza reivindicó, mucho antes que nadie, que el único camino para ser universales es aceptar lo nuestro y profundizar en ello".
Tengo ganas de nadar en esas palabras que Oteiza escribió en 1963, en su "Quousque Tandem" y ver de qué nos pueden servir hoy. POR TI, OTEIZA!!
Jorge Oteiza nació en Orio en el año 1908 y murió en Zarautz en el año 2003.
Todos esos años los vivió con gran fuerza y nunca pasó desapercibido. En 1957 recibió en la Bienal de Sao Paolo el mayor galardón que se puede otorgar a un escultor, y en ese mismo momento decidió retirarse a Euskal Herria y reivindicar el cambio estético.
Encontró su cobijo en la poesía, pero su carácter le llevó a opinar, hablar, discutir, escribir... sobre la cultura, la educación, las situaciones de la vida...
Ese es el Jorge Oteiza que muestra este espectáculo. No es un relato de su biografía.
Es la muestra de la opciones que tomó Oteiza ante los diferentes aspectos de la vida; lo que escribió y dijo sobre ellas.
El espectáculo comienza en un momento de plenitud, y un bailarín lo muestra:
“Para mi la poesía es la forma de recuperar el tiempo perdido en la vida.
Es el modo de hallar un escaparate, una ventana o refugio, para que podamos ver con claridad que el destino del ser es el lenguaje”.
De ahí en adelante se van sucediendo momentos bellos, emotivos y de gran desgarro.
Oteiza realiza importantes reflexiones sobre la cultura, sobre la educación, sobre la necesidad de ser peculiares y universales.... Además, estas palabras aparecen dichas por el propio Oteiza, ya que su imagen se proyectará gracias a un montaje audiovisual que tendrá especial relevancia en el espectáculo.
Su poesía más intima también ocupa un lugar importante. Las inolvidables líneas escritas sobre la muerte de su esposa Itziar encandilan y el espectáculo hará eco de ello:
“No he tenido Otra vida que la suya.Lo único que tengo es mi mujer Y está muerta”
Las palabras del propio Oteiza, la poesía, la música y la danza serán los lenguajes del espectáculo. La música creada por Mikel Urdangarin, Bingen Mendizábal y Rafa Rueda sitúan el espectáculo en una atmósfera especial. De ahí en adelante, es el mismo Oteiza quien habla por medio de su palabra y su poesía.